Music

martes, 10 de diciembre de 2013

Compartimos el mismo mundo

Unos voluntarios se van y otros llegan.

Relevamos el trabajo y repartimos el esfuerzo.

Compartimos historias de penas y otras de alegrías.

Nos preguntamos, ¿qué tanto vale nuestra labor aquí?

A pesar de estar 4 meses esta vez y 6 la anterior, a veces la sensación es de que las cosas cambian demasiado poco a poco.

Aunque sabemos que es solo una sensación que responde entre otras cosas, a nuestro apresurado ritmo occidental, a veces es fácil sentirse abrumado por la magnitud de las necesidades que nos rodean... sobre todo cuando se acerca la hora de marchar.





Estas son algunas de nuestras reflexiones antes de marchar:

Vemos que la ayuda se atasca en Kathmandu y le cuesta esparcirse por el resto de rincones de Nepal.

Vemos que la inestabilidad política interrumpe un progreso justo y adecuado para todos.

Vemos que el exceso de ayuda internacional hace aun más débiles a los más débiles.

Vemos que hay mucha ayuda bien intencionada pero inútil.

 Vemos grandes proyectos a nuestro alrededor, financiados con millones de rupias, euros y dólares pero que no parten de las necesidades reales de la gente.

Vemos que es tan, tan difícil encontrar un equilibrio para que nuestra presencia sea productiva, eficaz y al mismo, pase desapercibida para que no dependan siempre de ella.

Al final, vemos que hay que salir de Kathmandu porque Kathmandu no es Nepal.

Que hay que apoyar a aquellos que ya están en marcha, a aquellos que quieren y no pueden.

Que hay que hacer que nuestra aportación sea duradera pero no vital, ya que  ellos deben ser los mayores protagonistas.

Que hay que seguir creyendo que el cambio solo puede venir de ellos - y que nosotros estamos para dar una mano, y no lecciones.

Que hay que entender que nadie tiene razón. Que todos trabajamos juntos para que cada día sea más fácil para todos, y siempre que nos guíen las buenas intenciones podremos ayudarnos a aprender a utilizar juntos las herramientas de las que disponemos para vivir de forma más digna - aunque nadie cuide de nosotros.

Desafortunadamente, en el mundo del Trabajo Social y la ayuda internacional hay muchas contradicciones: Tanto dinero malgastado, tantos esfuerzos en vano, tantas ilusiones desvanecidas, tanto etnocentrismo, tanta ignorancia, tanto ego, tantos intereses escondidos...

Pero ahora mismo, queremos aparcar las teorías. Somos tantas personas entregadas en Nepal: niños, mayores, brahmanes, de las montañas, de las ciudades, de los planos, intocables, budistas, tamangs, profesores, cristianos, japoneses, médicos, hindús, australianos, madres, españoles, indios... que nuestro origen,  color y edad no importan. Hemos conocido a tantos de ellos que no cuestionamos las teorías, simplemente agradecemos haber compartido juntos una visión sobre un mundo mejor.

No importa que se trate de un joven cediendo el asiento de autobús a un mayor o de una ONG donando millones de rupias para un proyecto para comunidades depravadas. Para nosotros, nuestra experiencia nos dice que compartimos un mismo mundo y si trabajamos como iguales, el cambio es ahora y no mañana.

El cambio es ahora y no mañana.
La famosa frase "piensa globalmente, actúa localmente" se puede trasladar a "piensa en mañana, actúa ahora". Donde la incertidumbre del futuro es extrema importan mucho los cambios del día a día... aquellos que a simple vista son imperceptibles: los que actúan sobre la autoestima, la ilusión  y la esperanza. Los pequeños cambios que no tienen resultados materiales pero que nos alientan a continuar con algo más de energía y que por un momento, aunque sea pequeño y pasajero, nos da ganas de vivir un poquito más intensamente. 



Hay quienes se frustran porque comunicarse no es fácil.
Hay quienes se frustran porque creen que las diferencias culturales son insalvables.
 Hay quienes se frustran porque el cambio no ocurre ya.
Hay quienes se frustran porque la gente no responde como esperan.

Un niño pequeño al que siempre le han dicho que no vale, que no sabe, que no hace las cosas bien necesita sobretodo, mucho amor y mucho cariño para conseguir volver a creer en sí mismo. Darle todos los caramelos del mundo no puede aliviar su dolor. Solo el amor y el respeto pueden ayudar a crecer. Es amor lo que vinimos a compartir.

Si estar aquí nos ha enseñado algo es que hay dos tipos de personas en el mundo:
Unas que creen que las personas nos dividimos en tipos y subtipos y asignan posiciones; y otras que creen en la "raza humana".

Nosotros creemos en la "raza humana" y eso significa saber que hay algo que nos une por encima de todas las diferencias. Suena utópico, absurdo, ingenuo, irreal... pero al final, es la lección más importante que podemos aprender. Somos muchos los que soñamos con un mundo en el que todos tengamos un lugar digno.

No hemos venido a enseñar nada.
No hemos venido a cambiar nada.
No hemos venido para hacer fotos y demostraros que hemos trabajado muy duro.
No hemos venido para escribir un blog que tenga un record de seguidores.
No hemos venido porque creemos que un "pobre" en Nepal necesita más ayuda que nadie.

Algunos nos preguntan, tanto aquí como allí  ¿Porque ayudar "fuera" de tu país cuando hay tantos problemas "dentro"?

Hemos venido porque no hay fronteras.
Porque ayudar aquí es ayudar allí.
Hemos venido porque queremos formar parte de la “raza humana”.
Porque hay que romper esquemas y ser parte del mundo.
Hemos venido porque nos gusta compartir.
Porque compartir es aprender y enseñar a la vez.




 La gente en Nepal podría vivir mucho mejor.
Tienen mucho para mejorar.
La gente en España podría vivir mucho mejor.
Tienen mucho para mejorar.
La gente en Madagascar podría vivir mucho mejor.
Tienen mucho para mejorar.
La gente en Alemania podría vivir mucho mejor.
Tienen mucho para mejorar.

Nepal quiere nuestra libertad.
Nosotros queremos su espiritualidad.
Madagascar quiere el empleo de Alemania.
Alemania quiere las sonrisas de Madagascar...

Somos muchos los que no cerramos las puertas
ni los ojos
ni la mente.

No hace falta viajar para ser parte de esa mitad que cree en la "raza humana"
y viajar no significa necesariamente entender que todos somos uno.

Una vez superados los momentos de duda existencial, a nuestra pregunta inicial de  " ¿tanto vale nuestra labor aquí?", le damos dos respuestas diferentes:

Si, sirvió para aclarar los proyectos con los que vamos a seguir colaborando. Sirvió para evaluar el progreso de los programas educativos a los que apoyamos. Sirvió para ayudar en la construcción de  una biblioteca y enseñar algo de Ingles y música a los niños. Sirvió para encontrar un colegio que necesita agua para que sus alumnos puedan beber e ir al baño en condiciones. Sirvió para fortificar lazos y sentar bases para los futuros voluntarios.

 Esto es lo que vale para Occidente. Hay que dar números, resultados, fotos, informes... y eso forma parte de nuestro compromiso con las fundaciones, ayuntamientos y entidades para las que trabajamos.




 Pero la realidad es que, para nosotros, la respuesta a "¿tanto vale nuestra labor aquí?" es otra:

 En realidad, no teníamos ninguna labor. No teníamos ninguna misión.

Vinimos a vivir, intensamente
Vinimos a compartir con otros seres de la raza humana el misterio de estar vivos.
Vinimos a aprender de ellos al mismo tiempo que ellos aprendían de nosotros.
Vinimos a sonreír a desconocidos.
Vinimos a cantar con niñ@s.
Vinimos a bailar con mujeres.
Vinimos a hacer reír a adolescentes. 
Vinimos a jugar con colegios enteros de niñ@s sin futuro aparente.
Vinimos a escuchar historias sobre esperanza.
Vinimos a sentir el dolor mezclado con  la alegría.
Vinimos a observar cómo se sobrevive a pesar de no tener nada.
Vinimos a tomar nota sobre cómo se puede seguir adelante solo si nos mantenemos unidos.



Quizá hayamos dejado una pequeña, pequeñísima huella de ilusión o de esperanza en alguno de ellos. Quizá alguna de esas canciones con los niños, quizá alguna de esas conversaciones con adultos... quizá, solo quizá, les haya dado, aunque sea por unos minutos, el placer de estar vivos y de olvidar su pesar.
Una esperanza y un placer que serán pasajeros pero que al menos, son una huella en la memoria. 
Y los recuerdos son lo que mueven los sueños.

Confirmamos que han dejado huellas en nosotros.
Confirmamos que nos han transmitido  ilusión y esperanza.
Los niños, los mayores, los desconocidos.
Confirmamos que nos han contagiado el placer de estar vivos.
Confirmamos que nos han hecho olvidar nuestros pesares.
Confirmamos que dejan una gran huella en nuestra memoria.
Confirmamos que al volver, todo lo que hemos aprendido
nos ayudara a seguir trabajando para conseguir un mundo
tal cual lo soñamos.

Y que este recuerdo de la magia de compartir sea lo que mueva nuestro sueño.
Namaste



2 comentarios:

  1. M'agrada que s'ho paseu tant diver amb altres xiquets. Molaría estar ahí, peró les vacunes.... ua!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ja et dic! ens encantaria que estigueres aci!! tu tambe ets bona mestra! algun dia vindrem tots i totes i farem un show del MASALA TEA-M. Les vacunes no fan casi mal...es un xicotet sacrifici per a vore un pais molt especial. te volem!

      Eliminar